No tiene que suceder nada especial para sentir placer, sólo tener conciencia del placer que tu cuerpo experimenta en tu diario vivir.

Como dije, la felicidad de hoy es la suma del placer que viviste en este día y la felicidad de mañana será la suma del placer que vivirás mañana, y así, cada día de tu vida.

A veces creemos que no tenemos el derecho a sentirnos felices, a disfrutar el placer en el cuerpo, a disfrutar el placer de vivir, a disfrutar de este viaje mágico y maravilloso que llamamos vida a este espléndido jardín que llamamos tierra y muchas veces, esto sucede porque otras personas queridas por nosotros no lo son, no pueden sentirse felices, o no lo fueron.

Es como una especie de pacto de solidaridad con esas personas amadas por nosotros, como que; de niños, hicimos un compromiso, sí tú no puedes experimentar la felicidad, entonces yo tampoco la experimentaré cuando sea adulto.

Y entonces, cuando tenemos la oportunidad de experimentar la felicidad, también y al mismo tiempo, podemos sentir que estamos traicionando a alguien y que no nos merecemos sentirnos felices.

Podemos sentirnos culpables de ser felices.

A veces sucede que la gente que estuvo a nuestro alrededor en nuestra infancia, no sabía cómo sentirse feliz y por lo tanto, no teníamos de quien aprenderlo.

También alguien podría sentir, que papa o mamá, nunca nos dieron permiso para sentirnos felices, para disfrutar el placer con nuestro cuerpo.

Despreocúpate, porque ahora te vas a dar el único que permiso que necesitas para sentirte feliz y disfrutar en tu cuerpo el placer de vivir, tu propio permiso.